La belleza de lo inesperado

A menudo hacemos planes o esquematizamos nuestro futuro de cierta manera, pero resulta que a veces las cosas cambian en el camino. Al ego no le gustan esos cambios porque le gusta tener el control de las cosas, el problema es que ese control es un espejismo del ego, jamás tuvo el control sobre ese futuro. Nos planteamos objetivos, metas, plazos, pero más que tener el control alguna vez, lo que tenemos es la motivación para trabajar día con día. 

Hace unos días, en mi camino hacia una meta hubo un cambio que no esperaba. Alguien tomó una decisión egoísta que afectó mi futuro y más egoísta aún, cuando la decisión se tomó hace meses no me fue comunicada. Tuve entonces dos sentimientos encontrados, alivio y el despertar de un viejo rencor por no sentirme valorada. No quiero profundizar demasiado en este punto porque en realidad quiero llegar a otra cosa, pero quiero que se entienda el contexto.

Bien, después tuve que tomar nuevas decisiones y no voy a mentir, me sentí asustada y abatida. No sabía bien que hacer ni por donde empezar, así que busqué ayuda en varias personas, lo realmente sorprendente es que tuve más apoyo y ayuda de lo que esperaba. Es entonces cuando me pregunté si realmente fue malo lo que sucedió ¿? y resulta que no.


Tuve miedo y aún no se ha resuelto por completo mi futuro en cuanto a este particular acontecimiento, pero me di cuenta de que hay personas con las que puedo contar siempre y que hay lugares a los que hice bien en ya no volver. Ratifiqué decisiones del pasado y encontré nuevos y mejores caminos.

Aprendí que de vez en cuando está bien que el ego recuerde que no tiene el control sobre todo lo que nos sucede y que a veces también tiene que dejar de creer que podemos con todo solos. 

A veces esos cambios inesperados en el camino nos abren un sin número de nuevas posibilidades y por qué no, nos vuelven un poquito más sabios.

Hoy estoy más liviana porque decidí dejar que las cosas sucedan.

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